Beijing en tres días

 

La capital de China, actual sede de los juegos olímpicos 2008, está en el centro de las miradas del mundo. Conocerla en poco tiempo es un desafío a sus grandes dimensiones.

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Plaza de Tian’anmen 

Día 1
La primera jornada está signada por la enormidad de Beijing. Un ejemplo es la Plaza de Tian’anmen, la más grande del planeta. La escala de los monumentos, como el Mausoleo de Mao y la cantidad de visitantes, impresionan. Continuando con el recorrido y esquivando la paradójica turba de vendedores de parafernalia comunista, se vislumbra la Ciudad Prohibida, también llamada Museo Palacio, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987. A ésta se accede cruzando la Puerta de Tian’anmen, inconfundiblemente protegida por el megarretrato de Mao Tsetung. En la Ciudad Prohibida abundan museos y edificios antaño ocupados por emperadores y cortesanos. Como antes, los menos privilegiados habitan los Hutong, pintorescos callejones que hoy conforman el casco antiguo de Beijing. Esta postal de la vida cotidiana china, que puede recorrerse en bicicleta, aparece como alternativa frente a los concurridos mercados y casas de té, otras dos paradas ineludibles.

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Gran Muralla China 

Día 2
Es hora de la Gran Muralla China. Sus diferentes tramos y rutas se pueden visitar de forma independiente o mediante tours guiados. Cerca de Beijing, la sección Badaling es la más concurrida: otras como Mutianyu y Simati, ofrecen, además de hermosas vistas, la ventaja de menos turistas. Si queda energía y tiempo, vale la pena una visita a las Tumbas de la Dinastía Ming (otro Patrimonio de la Humanidad), la necrópolis fengshui por excelencia. Luego de tanta caminata, nada mejor que una parada gastronomita para probar el Hot Pot, una especie de fondue de agua hirviendo donde uno sumerge vegetales, pescados y carnes.

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Templo del Cielo 

Día 3
Vaya desde la mañana al Templo del Cielo. En este apacible paraje, los emperadores solían elevar sus plegarias por buenas cosechas. Definitivamente, un espacio de paz celestial que el Templo de Yonghe, uno de los monumentos del budismo tibetano más importantes. Otro oasis en medio del smog es el Palacio de Verano. Sus interminables senderos cubiertos de exóticas plantas entre copiosos jardines de loto acogen a oriundos y extranjeros del mundo.

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